lunes, 27 de diciembre de 2010

La ¿deseada? muerte del capitalismo

Lo cierto es que, desde posiciones izquierdistas (ya sea nmarxistas, comunistas o incluso algunos socialdemócratas, pero de verdad) siempre se ha simpatizado con la idea del fin del capitalismo, y con sus crisis sistémicas hemos creído ver esperanzados el fin que profetizó Marx.

Por desgracia, el sistema capitalista, o más concretamente aquellos interesados en insuflarle vida, han sido de lo más ingeniosos en hacerlo resurgir cual ave fénix tras cada incertidumbre histórica, más fotalecido incluso que antes.

Yo personalmente, hace tiempo que creo que a día de hoy el capitalismo ha muerto.

Para ser más exacto, quizás debería decir que ha mutado. Desde una perspectiva histórica, ya no vivimos en el modelo capitalista surgido de la revolución industrial del S. XVIII.

A día de hoy, vivimos en un modelo mundial en el que las democracías son títeres de poderes superiores, llamados "los mercados" que dictan las acciones a tomar con un determinismo falaz pero aceptado como tal por los ciudadanos. No desarrollaré nuevamente respecto la diferencia entre alienación o desilusión (para ello, consultar la entrada anterior titulada "De la represión a la desilusión).

Sea cual sea la razón del inmovilismo ciudadano, ya que creo que es una suma de factores más que uno en concreto, el hecho es que el continuo aumento de poder y competencias del sector privado en detrimento del sector público que, según el liberalismo era la vía para el desarrollo económico que redundaría en el progreso a todos los niveles para toda la sociedad, ha dejado a los estados en posición de títeres frente a los grandes capitales.

Creo que hasta aquí no aporto nada relevante. Cualquier persona con dos dedos de frente puede verlo.

La pena es la falta de un discurso alternativo. La izquierda está desconcertada, desaparecida en combate, sin capacidad de articular respuesta, y por desgracia ese desconcierto existe a nivel mundial.

Es realmente descorazonador ver que nos hemos pasado años deseando (con más idealismo travieso que verdadera reflexión al respecto) deseando la muerte del capitalismo, y cuando ésta ha llegado nos hemos dado cuenta que lo que viene detras es peor.

Santiago Niño Becerra, en su libro "El crash del 2010" llama al nuevo sistema económico Corporativismo. A mí me parece acertado.

A día de hoy, ya no se ven tan lejanas ni distópicas las películas futuristas en las que las grandes empresas (o corporaciones mundiales) con sus própios servicios de seguridad (ejército, policía) controlan vastos territorios, macrociudades-estado a semejanza de las polis griegas, y los estados han desaparecido.

Por cierto, fuera de las ciudades malviven indigentes, todo aquel que no es necesario para la corporación mundial, que ni tan siquiera tiene la condición de ciudadano, del que nadie se ocupa, y que por supuesto, tiene el acceso prohibido a la civilización.

¿Reaccionaremos? ¿Si lo hacemos, cuáles serán las consecuencias?

Las crisis, para superarlas con mejoras, han de ser convulsas. Históricamente, siempre ha sido así.

Las revoluciones y las guerras se leen muy comodamente y se entienden, con una clarividencia casi ofensiva para aquellos que las vivieron, perfectamente en los libros de historia.

Ahora bien, vivirlas en el ojo del huracán ya es otra cosa. Y para que de esta crisis no salgamos mucho peor de lo que entramos, esto tiene que petar. Y si peta, no será agradable.

Si sabemos cuál de las dos opciones prefiere una persona, ya sabemos de ella toda la información necesaria.

jueves, 24 de junio de 2010

Una frase para pensar

Rosseau: " Entre el rico y el pobre, la libertad oprime."

Qué clarividente este señor, respecto del liberalismo =).