jueves, 18 de febrero de 2016

Qué votaría Ada Colau

Escribía hace unos días Toni Soler un artículo en el Diari Ara mostrándose crítico con la indefinición de Ada Colau y las fuerzas de izquierdas en Cataluña (Catalunya sí que es pot, Barcelona en Comú, Podem, ICV-EUiA) respecto de qué votarían en un hipotético referéndum/consulta sobre la independencia.

Ciertamente, no sólo Toni Soler, sino el conjunto de partidos independentistas y sus medios, así como sus némesis "unionistas", presionan en uno u otro sentido para obligar a todo el mundo (personas físicas, organismos, instituciones...) a tomar posición clara, a decir abiertamente "Sí" o "No" a la independencia de Cataluña. Obviamente, es esta una presión interesada, ya que les permite situar el debate en el punto en el cual se sienten cómodos, donde un planteamiento de blanco/negro, o conmigo o contra mí, impide matices, niega discrepancias entre afines, y permite atacar sin ambages al adversario. Además, se pasa por encima del debate respecto del contenido y las propuestas que pudieran realizarse en uno u otro sentido, y se monopoliza a su vez eludiendo cuestiones que a ambos frentes resultan espinosas (paro, recortes, corrupción, desahucios, precarización laboral, y un largo etcétera).

Precisamente por estos motivos, debe rechazarse que desde estas posiciones se impongan los términos del debate y las posturas frontistas. La escala de grises es amplia, y a nadie debería exigírsele que se pronuncie respecto de algo que no se le ha explicado, ni se le ha informado en absoluto y que carece de contenido. Porque la realidad es que, a día de hoy, creer a aquellos que han gobernado destruyendo el Estado del Bienestar y robando los recursos públicos a mansalva para que les entreguemos a ciegas un cheque en blanco (continuando en España o en un nuevo Estado Catalán) confiando únicamente en su palabra respecto de que viviremos mejor si optamos por votar lo que ellos nos dicen, es una necedad. Porque la realidad a día de hoy es que el "No" ha implicado hasta ahora un no a todo, y que todo siga igual; el "Sí", por su parte, no ha propuesto nada relevante más allá de un brindis al sol, tal como brillantemente Jordi Évole le arranca a Artur Mas en este corte.

Por tanto, es necesario modificar los términos del debate. Tanto el "Sí" como el "No" deben ser propositivos, y los ciudadanos debemos rechazar que se nos trate como idiotas imponiéndonos tener que tomar una decisión a ciegas respecto de algo tan trascendente. Nos encontramos pues ante una forma de proceder más propia del despotismo ilustrado que de una democracia madura.

Y ante esta situación, a mi parecer, el hecho de no tener decidido qué se votaría en un referéndum es un signo de inteligencia.

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